Querer, creer, crear...

Querer, creer, crear...

Quiero contarles un suceso que me ocurrió hace un par de semanas, surreal y mágico a la vez; una bendición disfrazada de tragedia...

Este traumático evento sirvió para recordarme que necesito, hoy más que nunca, ser muy consciente de los pensamientos que alimento. En verdad todos lo necesitamos, es inevitablemente la responsabilidad que tenemos como seres humanos conscientes.

Aclaro, no estoy aquí para dar lecciones, solo compartir mi experiencia; aunque creo fervientemente que nuestra realidad toda depende de los pensamientos que nutrimos día a día. Creo que a partir de los mismos, sumados a acciones concretas, podemos construir un nuevo mundo o terminar de destruir lo que queda de este.

Mi intención aquí es dejar registro de los hechos poco probables de los que fui protagonista. No intento convencer a nadie, simplemente soy una mensajera con un mensaje para quienes quieran recibirlo; si puede inspirar o servir de aprendizaje, mejor todavía. Procedo entonces a narrar los hechos, ustedes decidirán si creerme o no.

Estas cosas les pasan a otros

En la madrugada del 29 de Septiembre, cerca de las dos, un extraño ruido me despertó. Mis gatos también se alertaron pero no se movieron de la cama, por lo que concluí que sería la vecina -en mi casa se escucha hasta cuando cagan- y a pesar de que en esos días no estaba pudiendo descansar bien, me dormí profundamente hasta pasadas las 10 de la mañana.

Sorprendida de no haber escuchado la alarma, salté de la cama y fui directo al baño a por mi rutina mañanera. Al entrar en la cocina, la escena en la sala adjunta me resultó un poco extraña. Habían varias cosas fuera de lugar y no estaba pudiendo entender lo que veía.

El primer cajón de mi escritorio estaba abierto de par en par pero intacto por dentro; la taza que tengo en mi mesa de noche con las propinas de los tours, estaba vacía encima del escritorio; mi billetera abierta sobre la mesa; la foto carnet que llevo en la billetera, tirada en el piso; la cajita de madera donde guardo mis anillos, que también guardo en mi habitación, abierta y vacía sobre una maceta. Mi mente no entendía lo que estaba observando…

Al ver tal caos mi primer pensamiento fue: “¿cómo coño hicieron los gatos para traer la taza de la habitación sin romperla?” Tzuki, la hembra, sabe abrir cajones y puertas pero ¿desplazar objetos de un sitio a otro? Me tardé unos minutos en entender que alguien se había metido en mi casa por el balcón mientras dormía. Esas cosas que pasan de vez en cuando, pero que le pasan a otros… me había pasado a mi.

Impotencia

Me cuesta creer que después de haber vivido en sitios más “peligrosos”, fuese víctima de intrusión al hogar aquí en Barcelona, que dentro de todo es bastante segura. ¿por el balcón? ¿de verdad? No me jodan...

La violación a tu intimidad jode, que tu lugar seguro no sea seguro, jode. En fin, jode y da rabia de solo pensarlo. Pero lo que realmente me jodió hasta la médula fue cuando me percaté de que mi equipo de fotografía completo había desaparecido.

Da la “casualidad” que la noche anterior venía de hacer fotos para uno de mis clientes más grandes hasta el momento, para un evento importante organizado por la Unión Europea. Se habían llevado mi equipo entero, el que me llevó 10 años de trabajo armar…

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Cuesta mucho asimilar que alguien se mete en tu habitación mientras duermes, que se toman el tiempo de vaciar tu billetera y revisar tus cosas, que te roban tu herramienta de trabajo más preciada, esa que te costó una vida construir… entraron y salieron sin que me enterara, llevándose objetos varios de valor y dinero en efectivo.

Entonces rompí a llorar… era mucha la rabia y la impotencia, pero más tremenda fue la angustia. Lloré cinco minutos sin parar y luego llamé al 112, a la vecina que me alquila el piso y a Pablito. En ese orden.

No voy a entrar en detalle de lo mal que la pasé esa semana; el daño psicológico a la invasión de tu privacidad, sumado a que te arrebaten tus pertenencias más valiosas, es algo difícil de explicar… sólo los que lo han experimentado lo entienden en su totalidad.

Decidida

Quiero enfocarme en lo que procedió, porque en ningún momento me di por vencida; estaba decidida a encontrar mi equipo. No sabía cómo pero estaba convencida de que recuperaría la cámara con los objetivos, el flash y la tarjeta de memoria dentro con las imágenes que tomé ese día, las cuales tenía la responsabilidad de entregar a mi cliente.

Durante una semana me mentalicé en localizar el equipo. A diario buscaba en Wallapop, Facebook Market, Cash Converters y Mil Anuncios, se me salía el corazón del pecho cuando veía una cámara del mismo modelo. También recorrí las tiendas de segunda mano de mi barrio y di aviso del equipo robado con su correspondiente número de serie por varios medios. Publiqué en grupos de Facebook, Instagram y hasta en Reddit. Día y noche me visualizaba sosteniendo la cámara y editando las fotos que tomé ese día.

Un día decido irme al Mercat de Les Encants, muchos de Reddit me recomendaron que buscara ahí. Era la primera vez que iba y no tenía idea con lo que me encontraría, el lugar es gigante y bastante caótico, con una cantidad infinita de antigüedades, ropa usada, calzado nuevo y cualquier porquería vintage que puedan imaginar.

Les Encants es un depósito de cosas olvidadas, abandonadas y/o robadas que buscan una segunda, tercera o quinta vida en manos de quien quiera darles un nuevo uso. Ahí podés encontrar ítems de colección, arte, joyas, maquillaje, vinilos y cassettes, muebles, electrodomésticos, radios y cámaras viejas. De todo un poco, la verdad… pero cámaras como la mía no.

¿Casualidad o causalidad?

Ya me había recorrido el lugar de punta a punta sin éxito, cuando de pronto me suena el móvil: era la productora preguntándome de qué marca era mi bolso de fotografía.

Lo que les cuento a continuación es de película, aún no entiendo qué pasó ni cómo fue que los Mossos (la policía de la Generalitat de Catalunya) teniendo registro de mi denuncia, tuvieran que llamar al cliente en Londres para ubicar de quien era la cámara que tenían en el aeropuerto.

Aparentemente, detuvieron a un tipo que salía del país y que por lo visto tenía antecedentes. Al arrestarlo, confiscaron todas sus pertenencias, incluyendo mi equipo de fotografía completo, bolso incluído.

camara robada canon 5D mossos barcelona

La policía se había tomado el trabajo de prender la cámara y revisar foto por foto. Al ver que se repetía mucho el nombre de Standard Charter Bank, hicieron una búsqueda en internet hasta dar con la oficina de seguridad en Londres.

El administrativo de la comisaría me explicó su odisea, me contó que lo iban transfiriendo de departamento en departamento y no sé cuántas horas estuvo al teléfono tratando de ubicar si algún empleado de ahí había viajado a Barcelona.

Finalmente dieron con el dueño de la productora que me contrató para hacer las fotos del evento, quien me puso en contacto con la oficina de seguridad en Londres via e-mail. 

Cuando recibí el correo, me puse en contacto con los Mossos del aeropuerto (porque el e-mail figuraba como mossos.aeroport) di el número de serie de la cámara y les leí la denuncia, ya que aparentemente no tenían registro de la misma. Quedaron en regresarme la llamada luego de corroborar los datos. Qué cosa tan rara... Media hora después, 30 minutos insufribles, me llaman para confirmar que el equipo era el mio y que podía ir por él al aeropuerto.

La gratitud era tal que pasé por casa a buscar unos prints de mi trabajo para llevarles de regalo a los Mossos, habían hecho un excelente trabajo y además quería que tuviesen lago con que recordar el episodio con final feliz.

Llegué a la comisaría aeroportuaria con una sonrisa de oreja a oreja, algo que no suele verse ahí. Pienso que muchas cosas tuvieron que alinearse para que la cámara volviese a mi. Visualizar con certeza y accionar acorde hizo que muchas personas colaboraron en co-crear el reencuentro con mi equipo de fotografía. Creo que hasta el mismo ladrón recibió la señal, porque si hubiera borrado las fotos igual nunca me localizaban.

El pensamiento crea

Hay quienes dicen que el que me robó me conocía, que luego se arrepintió y regresó el equipo. Es curioso cómo es más fácil desconfiar de la gente que confiar en el poder creador que somos cuando enfocamos los pensamientos y no damos lugar a la duda.

Este episodio me confirmó que somos energía y nuestra única tarea en este plano es utilizar la mente como herramienta para crear, en lugar de destruir. Aunque también es cierto que a veces hay que destruir para dar paso a lo nuevo. En mi caso creo que tenía que destruir la creencia de que en Barcelona perdí mi magia; porque hace un tiempo que me siento así acá.

Para concluir, pienso que el verdadero desafío de escribir es lograr que el lector pueda visualizar lo narrado como si lo estuviera viviendo en carne propia. En este caso no sé si hice un buen trabajo, lo que sentí al recuperar el equipo de manera tan improbable no puede reproducirse con palabras. Los que me conocen y fueron parte de este episodio, lo saben con bastante exactitud.

Ahora me gustaría saber de ustedes, mis queridos lectores ¿qué les transmitió esta historia tan llena de magia? Los leo en los comentarios.

 

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